Importancia de una vida activa para la salud y calidad de vida

En la sociedad actual, la vida activa juega un papel fundamental en la salud de las personas. A lo largo de los años, los estudios han demostrado que los patrones sedentarios pueden tener un impacto negativo en nuestra salud, y esto se ha visto agravado por la evolución de las tecnologías, que ha llevado a un estilo de vida más sedentario. Estar sentado durante largos períodos de tiempo puede tener consecuencias negativas para nuestra salud, y es por eso que es crucial entender la importancia de mantenernos activos en nuestro día a día.

El gasto energético diario y sus causas

Nuestro gasto energético diario se divide en tres causas principales: la tasa metabólica basal, la termogénesis alimenticia y el gasto energético por actividad. La tasa metabólica basal se refiere a la cantidad de energía que nuestro cuerpo necesita para realizar funciones básicas como respirar, mantener la temperatura corporal y el funcionamiento de nuestros órganos. La termogénesis alimenticia, por otro lado, se refiere al gasto de energía que ocurre durante la digestión y absorción de los alimentos. Por último, el gasto energético por actividad se refiere a la energía que utilizamos al movernos y realizar cualquier tipo de actividad física.

La importancia de la actividad física en nuestra vida

El nivel de actividad física se determina por las acciones que elevan nuestro gasto calórico por encima de los niveles de reposo. Es importante tener en cuenta que no solo el ejercicio físico estructurado cuenta como actividad física, sino también las acciones que realizamos en nuestra vida diaria, como caminar, subir escaleras o hacer tareas domésticas. Esto se conoce como NEAT (Thermogenesis No Exercise Activity), y en realidad tiene un mayor peso en nuestro gasto energético diario que el propio ejercicio físico.

Para llevar una vida activa y saludable, es fundamental encontrar una combinación equilibrada entre el NEAT y el ejercicio físico estructurado. Esto implica analizar nuestros hábitos de vida y trabajar en cambiar aquellos patrones sedentarios que nos impiden mantenernos activos. Pequeños cambios en nuestra rutina diaria, como evitar el uso de ascensores y transporte motorizado, pueden fomentar una vida más activa y contribuir a nuestro bienestar general.

Recomendaciones para una vida activa y saludable

La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece recomendaciones claras sobre la actividad física necesaria para mantener una buena salud. Se sugiere realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada a intensa a la semana, o 75 minutos de actividad física vigorosa. Además, se recomienda realizar ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos veces por semana.

Además de seguir estas recomendaciones, existen otras prácticas que pueden ayudarnos a mantener una vida activa y saludable. Por ejemplo, es importante evitar pasar más de dos horas seguidas sentados. Levantarse y realizar actividades de la vida cotidiana, como estiramientos o caminar un poco, puede ayudar a contrarrestar los efectos negativos de estar sentados durante mucho tiempo.

La alimentación también juega un papel crucial en nuestra salud. Llevar una alimentación saludable, rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, puede proporcionarnos la energía necesaria para mantenernos activos. Además, es importante tener patrones de descanso adecuados, ya que el sueño de calidad nos ayuda a recuperarnos y mantenernos enérgicos durante el día.

Por último, evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco puede ayudarnos a evitar riesgos para nuestra salud. Estos hábitos pueden afectar negativamente nuestro estado físico y mental, y pueden obstaculizar nuestros esfuerzos por llevar una vida activa y saludable.

Mantener una vida activa es fundamental para nuestra salud y bienestar. Los patrones sedentarios pueden tener un impacto negativo en nuestra salud, por lo que es importante analizar nuestros hábitos de vida y trabajar en cambiar aquellos que nos impiden mantenernos activos. El NEAT, es decir, las acciones que realizamos en nuestra vida diaria, tiene un mayor peso en nuestro gasto energético diario que el propio ejercicio físico. Siguiendo las recomendaciones de la OMS sobre actividad física, evitando el sedentarismo, llevando una alimentación saludable y evitando el consumo excesivo de alcohol y tabaco, podemos contribuir a una mejor calidad de vida y retrasar el declive producido por el envejecimiento.

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