Uno de los principios básicos de la buena alimentación es la incorporación de todos los tipos de nutrientes en la dieta diaria. Esto significa consumir carbohidratos, proteínas e incluso grasas, cada una de estas sustancias cumple una importante función en el organismo necesaria para mantener un buen estado de salud, sin embargo un tipo de grasas conocidas como ácidos grasos omega son esenciales para el buen funcionamiento del corazón y el cerebro.
Las grasas también son conocidas como lípidos, son nutrientes que constituyen la principal forma de almacenamiento de energía e intervienen también en importantes funciones como en la producción de sustancias que actúan como mensajeros en el organismo, conocidas como hormonas, así como en la elaboración de una importante estructura, como lo es la membrana celular, que no es más que la capa que recubre a las células y que debe contar con una serie de condiciones para que éstas funcionen apropiadamente.
Ácidos grasos omega 6: ¿Qué son y cuál es su importancia?
Existen varios tipos de lípidos, uno de los más abundantes e importantes son los ácidos grasos que se unen para formar los triglicéridos, otros tipos de grasas son el colesterol y los esfingolípidos.
Los ácidos grasos son uno de los tipos de grasa de mayor importancia para el organismo, existen varios que nuestro cuerpo puede fabricar, conocidos como ácidos grasos no esenciales, mientras que otros son imprescindibles para que puedan llevarse a cabo diversos procesos, pero carecemos de los mecanismos para sintetizarlos, lo que hace que deban ser ingeridos en la alimentación, razón por la que se denominan ácidos grasos esenciales. Dentro de estos últimos se ubica un tipo especial de ácidos grasos llamados ácidos grasos omega, que son indispensables para el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, lo que tiene un impacto directo sobre el corazón y el cerebro.
Por otra parte, los ácidos grasos insaturados como el omega 6 son capaces de disminuir la viscosidad de la sangre favoreciendo su circulación por los vasos sanguíneos. Esta propiedad se relaciona con el hecho que su conformación espacial hace que no puedan originar estructuras rígidas.
El omega 6 es el ácido graso que ingerimos en mayor cantidad
Los ácidos grasos del tipo omega 6 son los que consumimos en mayor cantidad. Los aceites de canola, de maíz, girasol y soja, así como los huevos son fuentes importantes de este tipo de grasas.
Los pescados azules como el salmón y las sardinas, los frutos secos como las nueces, el aceite de canola, y algunos vegetales verdes son alimentos ricos en omega 3.
El ácido oleico es el principal ácido graso omega 9, su principal fuente es el aceite de oliva.
Los ácidos grasos omega 3 y omega 6 pueden en un momento dado interferir entre ellos. Por tal razón lo ideal es que la ingesta de ambos sea equilibrada procurando consumirlos en iguales cantidades. Cuando predominan los ácidos grados omega 6 sobre los omega 3 ocurren algunos cambios químicos que llevan al favorecimiento de los procesos inflamatorios.
Beneficios del omega 6 para la salud
Además del músculo esquelético, el músculo cardíaco muestra un mejor funcionamiento cuando las membranas que recubren sus células son más flexibles. Se ha visto que en personas con un aporte adecuado de omegas hay una menor proporción de casos de arritmias cardíacas, así como una menor incidencia de trastornos como la elevación de la presión con la que el corazón debe bombear la sangre hacia el sistema circulatorio, conocida como presión arterial, e incluso un menor riesgo de desarrollar depósitos de colesterol en las arterias. Esto último se relaciona con la capacidad del omega 6 para reducir el colesterol malo (LDL) y aumentar el colesterol bueno (HDL).
Las grasas saturadas son los principales componentes de las placas de grasa adheridas a la capa interna de las arterias denominadas placas de ateroma, que son la principal característica de la enfermedad cardiovascular conocida como ateroesclerosis, son las responsables del desarrollo de infartos cardíacos y accidentes cerebrovasculares que constituyen aun la primera causa de muerte en el mundo occidental.
El consumo de grasas omega 6 disminuye el riesgo de diabetes
El ácido linoleico, gamma-linoleico (GLA), dihomo-gama-linoleico (DGLA) y araquidónico (AA) son ácidos grasos omega 6 necesarios para el normal funcionamiento del organismo.
Un estudio llevado a cabo en Finlandia y publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition puso en evidencia que personas con un mayor consumo de ácido linoleico tenían una disminución de 48% en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, también conocida como diabetes no insulinodependiente o diabetes del adulto.
Esto es debido a que entre los beneficios del omega 6 se encuentra su capacidad de reducir la resistencia a la insulina en el músculo, lo que evita el desarrollo de condiciones como la hiperinsulinemia (elevación de los niveles de insulina), que constituye el camino al desarrollo de diabetes.
Los ácidos grasos omega 6 son necesarios para el buen funcionamiento del sistema nervioso
La presencia de ácidos grasos insaturados en las membranas de las células favorece su flexibilidad y fluidez, condiciones necesarias para permitir el paso de diversas sustancias a través de las mismas.
Uno de los sistemas en los que este proceso es más importante es a nivel del sistema nervioso, allí la transmisión de los impulsos nerviosos dependen de un proceso llamado sinapsis, en el que una sustancia llamada neurotransmisor debe ser liberado por una neurona con el fin de que lleve a cabo una función específica en una segunda neurona. Para que esto ocurra los neurotransmisores deben atravesar las membranas celulares.
En los casos en los que existe una marcada carencia de ácidos grasos hay una importante disminución en el número de conexiones nerviosas, lo que se relaciona con el desarrollo de trastornos de la memoria así como de la capacidad de aprendizaje.
Omega 6, la clave es el equilibrio
Como ya se planteó, son muchos los beneficios del omega 6 para el organismo. Sin embrago, muchas personas tienen la duda sobre cual es más conveniente para la salud, el omega 3 o el omega 6.
La respuesta es sencilla: Ambos son necesarios. Los dos tipos de ácidos grasos son esenciales, es decir, como nuestro cuerpo no los produce debemos consumirlos. El organismo tiene una serie de mecanismos de control que llevan a que el predominio de un tipo de ácido graso afecte la utilización del otro, razón por la cual varios expertos recomiendan que sean consumidos de forma equivalente o de forma que se ingiera ligeramente en una mayor proporción el omega 6 que el omega 3.
¿Son necesarios los suplementos de omegas?
Una alimentación balanceada es fuente suficiente de los ácidos grasos omega 3, 6 y 9, sin embargo en personas que reciben un régimen de alimentación con restricciones por razones médicas o religiosas pueden requerir de un suplemento de aceites del tipo omega.
También cabe destacar que las dietas actuales ricas en aceites industriales provocan que mucha gente tenga un consumo de omega 6 muy elevado al de omega 3, con un ratio muy superior al 1:1 a 1:3 recomendado actualmente. Por lo que si estás leyendo esto te recomiendo que evalúes tu alimentación y compruebes si efectivamente te estas excediendo es su consumo. De ser así deberías plantearte el consumo de algún suplemento como el aceite de pescado aparte de reducir tu ingesta de este tipo de aceites industriales.
Estos suplementos se presentan principalmente en forma de cápsulas que pueden ser tomadas de una a tres veces al día, que se recomiendan principalmente a personas con enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial, obstrucción de las arterias coronarias, arterioesclerosis y aquellas que presentan niveles elevados de colesterol y triglicéridos en la sangre. Su uso es no solo seguro sino además recomendable en mujeres embarazadas ya que se ha visto un papel beneficioso en la formación del sistema nervioso del bebe.
Las personas sanas también pueden recibir suplementos de ácidos grasos omegas, especialmente a partir de los 40 años de edad, como una estrategia para prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares y mantener una óptima calidad de vida.